El sábado pasado se anunció con bombos y platillos que el fútbol argentino, bastión del machirulismo más retrógrado, le daba espacio al fútbol femenino en una fecha estelar: como preliminar de Boca-San Lorenzo, jugarían Boca y Lanús por el torneo de mujeres.
Tres cosas para marcar:
1- Si ese espacio fue sólo por el Día Internacional de la Mujer, flaco favor se le hará al fútbol femenino. De ahora en más, por lo menos hasta que el fútbol de mujeres gane su espacio propio, siempre debería haber preliminares de estas características.
2- Quedó como un sinsabor que Lanús haya resignado su condición de local para jugar ese partido. La seriedad de los torneos no debe estar supeditada a cuestiones aleatorias.
3- Y por último, lo que más bronca dio fue que en ese partido se le dio la oportunidad de comentar a Ángela Lerena, normalmente relegada a hacer campo de juego en los partidos masculinos.
Ángela merece un espacio para comentar en todos los partidos habidos y por haber del fútbol argentino y no en uno de mujeres para quedar bien con el género. Fue como si se quisiera hacer una puesta en escena completa para el progre bien pensante más pelotudo permiténdole a Ángela que ocupara ese lugar.
La igualdad de oportunidades y la paridad de género no se circunscriben a lo que los machos les permiten hacer a las mujeres. Esto ya lo han dejado muy en claro las chicas con su lucha permanente, a la que nosotros, los hombres, asistimos entre asombrados y maravillados.
Estamos con el movimiento feminista. Bancamos cada una de las peleas que está dando. Y nos oponemos a la discriminación. Y que a Ángela le hayan dado la oportunidad de comentar en un partido de chicas se parece bastante a ser segregada. Algo así como dejarla aislada dentro del ghetto, pero con onda.