Es extraño, a Mario Boyé no lo vimos jugar ni siquiera en videos. Pero todos sabemos cómo jugaba. O creemos saberlo. Un poco por las anécdotas que contaban los mayores, pero más que nada, como decía Borges, por lo que se cifra en el nombre.
Boyé es un apellido contundente. Esa ye y el acento en la e suenan como el zumbido de una bengala rasante. Un tipo que se llama Boyé necesariamente tiene que ser fulminante, intempestivo. Tiene que ser delantero, cañonero, goleador.
El apodo también es clave. Aunque no muy feliz, convengamos: remite a la destrucción total de Hiroshima y Nagasaki en 1945. No es muy políticamente correcto que digamos, pero los relatores de fútbol eran así. La banalización en la punta de la lengua, siempre.
El apelativo nos termina de cerrar cuando leemos en los libros que una vez durmió a un arquero de Chacarita de un pelotazo en la cara. Damos por hecho que le pegaba con un fierro. De hecho fue el primer wing derecho del fútbol argentino que salió goleador de un campeonato. Hasta su aparición, los scorers, siempre habían sido centre-forwards o insides .
Otra cosa que sabemos del atómico es que era un megalómano de fuste. En la película Fútbol Argentino dirigida por Victor Dínenzon con guion de Osvaldo Bayer, la voz en off de Mario Boyé relata la huelga de futbolistas de 1948: Claro, por la huelga tuvimos que emigrar, defendimos a los que ganaban poco, después los que ganaban poco arreglaron con los dirigentes y las estrellas tuvimos que emigrar, ¡Quedaron los pobres diablos! Más adelante en el capítulo del famoso partido en Wembley contra Inglaterra en 1951 Boyé relata: Se armó un equipo más o menos bueno, salvo que con muchos petisos, Colman, Filgueiras, ya van dos petisos; Yácono, petiso; Faina, petiso; Pescia, petiso; Boyé, grandote; Méndez, petiso; Bravo, normal; Labruna, discreto y Lousteau, chiquito pero muy bueno.
Jugó un año en Genoa; fue campeón con Boca y con Racing, un gol suyo le dio a La Academia su tercer título al hilo en 1951. Filmó la película Con los mismos colores haciendo de galancito junto a Tucho Méndez y Di Stéfano .Cuando se retiró se asoció con su cuñado René Pontoni -otro goleador, tal vez más fino que Boyé- y pusieron en Belgrano una pizzería legendaria: La guitarrita.
Mientras redactamos estas líneas, el nuevo Boyé, el pibe de River, juega contra Colón por la Copa Argentina. Ojalá que la sonoridad de su apellido le transmita las mejores virtudes de su homónimo antecesor. Al menos por la tele, petiso no se lo ve.