Londres. 9 de mayo de 1951. El relator argentino que está en el estadio de Wembley dice que es un día peronista (pero estamos en Inglaterra, ahí los días son grises, no saben lo que es el peronismo, y esa mañana la lluvia humedece la cancha y las nubes tapan el sol).
Las radios que cubren el partido que ocurre al otro lado del Atlántico y del Ecuador cuentan que Miguel Ángel Rugilo, arquero de Vélez, saca largo, que Ángel Labruna recibe y habilita, que Loustou desborda y tira el centro y que Mario Boyé entrá para empujarla de cabeza. Van menos de 20 minutos, las bocinas de todo el país dicen que Argentina juega un gran partido, que domina al rival y gana merecidamente.
Lo van a repetir casi todo el partido (aunque el equipo Guillermo Stábile juegue cada vez más atrás). Durante todo el juego, la figura de Rugilo se destaca frustrando cada intento inglés por empatar. Por su actuación la prensa le regala el apodo de El León de Wembley.
Faltando quince minutos el resultado transforma la actuación argentina en una derrota digna. El partido entra en el recuerdo, por el día peronista, porque Rugilo la rompió contra los ingleses, porque Argentina jugó un partidazo y porque los árbitros cobraron unos goles dudosos para no dejarnos ganar.
Este video inglés de la época no nos deja mentir. Al menos, que Rugilo fue figura nadie lo puede negar. Al final, los ingleses se pelean por saludarlo. Eso fue lo más peronista de ese día.