Esta semana comienzan los octavos de final de la UEFA Champions League con los mismos protagonistas de siempre, porque en el torneo de clubes más prestigioso del mundo no hay lugar para las sorpresas. Los poderosos ganan y los que están afuera de ese grupo selecto aspiran a una sorpresa módica, a una alegría fugaz. La Champions genera gran expectativa porque allí se ven los mejores jugadores del planeta en la que competencia que ellos más valoran. Sin embargo, ya todos sabemos quién estarán en las instancias finales. Aquí no habrá ningún Independiente del Valle. Ni siquiera un Nottingham Forest.

Real Madrid formaciónDe los 16 equipos que animarán los octavos, la mitad jugó esta instancia la temporada pasada y cinco de ellos lo hicieron al menos en las últimas cuatro ediciones. La última vez que Barcelona, Real Madrid y Bayern Munich no superaron los octavos de final fue en 2010/11, seis torneos atrás. Desde hace 14 años, los finalistas siempre son de estos países: España, Inglaterra, Italia y Alemania. Si no fuera por PSV en 2005, Lyon en 2010 y Monaco en 2017, la tendencia sería la misma para semifinalistas. Estos son solo algunos de los datos que sirven para comprender la hegemonía de los clubes grandes (cada vez más grandes) en la Liga de campeones.

Durante más de cuatro décadas, solo clasificaron los campeones de cada Liga. Recién en la temporada 1997/98 se sumaron los subcampeones y la final en Amsterdam fue Real Madrid-Juventus, la misma del año pasado en Cardiff. Desde aquella oportunidad, los finalistas “sorpresivos” se cuentan con los dedos de una mano: Valencia, Leverkusen, Porto, Monaco y, quizás, Atlético Madrid en 2014. Son veinte años de consolidación de un sistema desigual, en el que para ganar dinero es necesario llegar lejos y sólo llegan lejos los que tienen dinero. Círculo vicioso.

¿Cómo era antes? Imposible saber quiénes jugarían las últimas instancias. Por ejemplo, la primera edición de la “UEFA Champions League” (en 1992/93, después de una profunda reestructuración deportiva y económica del campeonato) fue ganada por Olympique Marsella, el único campeón francés de la historia. Rangers de Escocia quedó a un punto de jugar la final y también participaron de los cuadrangulares semifinales equipos como Club Brujas de Bélgica e IFK Göteborg de Suecia. Y eso que ya había comenzado el proceso que terminó en lo que vemos hoy.

Nottingham Forest v MalmoLas Copas de Europa de los sesenta y setenta eran lo más parecido a nuestras Libertadores. Conjuntos humildes de países periféricos podían ganarle al más pintado. Por citar un caso, en 1973/74, Estrella Roja eliminó a Liverpool, Újpest Dózsa de Hungría a Benfica y CSKA Sofía de Bulgaria al tricampeón Ajax. Es cierto que hubo largos reinados, como los de Ajax y Bayern Munich, pero eso no le quitaba la incertidumbre a la competencia.

Supieron jugar en octavos de final ÍA Akranes de Islandia, Argeş Piteşti de Rumania, AC Omonia de Chipre y HJK Helsinki de Finlandia, entre muchos otros. Por cuartos pasaron Åtvidabergs de Suecia, FC Ararat Ereván de Armenia (Unión Soviética en la época), Dukla Praha de Checoslovaquia, Zurich de Suiza y Budapest Vasas de Hungría. Jugaron alguna semifinal Standard Lieja de Bélgica, Spartak Trnava de Checoslovaquia, Austria Viena, Legia Varsovia de Polonia y CSKA Sofía. Perdieron la final Partizan de Yugoslavia, Panathinaikos de Grecia, Saint Etienne de Francia, Malmö de Suecia y Club Brujas de Bélgica. Y fueron campeones Celtic, Feyenoord, Nottingham Forest y, un poco más tarde, Steaua Bucarest, Estrella Roja y PSV.

Hoy, la expectativa pasa por saber qué millonario ganará: PSG o Real Madrid. O si Josep Guardiola podrá levantar la orejona con Manchester City. O si alguno de los superpoderosos ingleses será capaz de romper la hegemonía de la Liga de España. Son incógnitas interesantes, claro, pero nos hubiese gustado vivir de cerca las épocas en las que todos los pueblos europeos, incluso los más postergados, podían soñar con el título más importante.