De las intensas reuniones de los lunes por la mañana en el bar The Oldest de Colegiales, surge la planificación de lo que vamos a hacer en la página durante la semana. Pero también ocurre que se comentan decenas de temas que, la mayoría de las veces, después no se ven reflejados en la revista porque no dan para una nota, porque son comentarios al pasar, porque destacan alguna curiosidad que no vale la pena desarrollar o, simplemente, porque nadie tiene ganas de abordar ese asunto. Y como en Un Caño las ganas son vitales para todos los que integramos la revista, ese proyecto de nota pasa a mejor vida.
Por eso Fabián Mauri, en uno de esos raptos de lucidez anuales que tanto lo caracterizan, propuso que realicemos una sección con muchas de las cosas que se dicen en la reunión, lo que primero generó el rechazo unánime. “Hay que estar todo el tiempo tomando apuntes”, dije a lo que Colonna sugirió que grabaramos la reunión, lo que recibió abucheao generalizado no sólo de los integrantes de la revista sino también de las camareras (Coni y Niki), la encargada del bar (Ro), los cocineros, el bachero y los parroquianos que estaban degustando sus desayunos y pispeando qué era lo que estábamos hablando. Todos dijimos y dijeron al unísono con el ritmo del hit del verano: “¿Quién la desgraba?” para luego agregar detrás el insulto ya característico.
Cuando parecía que todo se iba, como alguna vez sugirió el radical Sanz, “por la canaleta del juego y de la droga”; Fabián insisitió: “probemos, che. No perdemos nada.” Y acá estamos en el menester de reproducir algunos de los temas que se plantearon, los que pueden o no ser desarrollados más ampliamente en las ediciones de la semana. O sea, esto puede ser un adelanto o simplemente una mención que jamás será profundizada para hacerle honor al nombre de la revista.
Antes de pasar a los asuntos que tratamos (ya es el momento de decir que no esperen ninguna genialidad), nos vamos a detener en el debate por el nombre de la sección, que siempre es una tarea colectiva y muy entretenida. Primero surgió algo así como “ahogarse en la orilla”, para referir a la ya mítica frase de Valdano, antes de Italia 90, cuando trató de volver al fútbol para jugar ese torneo: “Crucé el Atlántico a nado y me ahogué en la orilla” dijo cuando Bilardo le anunció que no iba a ser convocado.
Considerábamos que la metáfora era pertinente porque se trataba de propuestas que muchas veces morían antes de ver la luz del día. Pero lo descartamos por muy largo. Otro sugirió “amagues” y alguien reparó en la clásica sección de Clarín, de hace dos décadas, “Lo que quedó en el teclado”, es decir todo aquello que no había salido publicado sobre la fecha del domingo en el diario del lunes. Reflexionamos sobre que ese nombre era perfecto, ya que tenía poesía y al mismo tiempo era muy preciso. Le buscamos alguna variante, pero fracasamos. Los tiempos digitales, en muchos casos, son la muerte de la metáfora.
Uno de los presentes sugirió “calentamiento”, es decir una especie de entrada en calor para lo que se viene de la semana. Y ahí nos trenzamos en la discusión sobre si se dice “precalentamiento”, “calentamiento” o “ejercicios precompetitivos”. Y como somos antiguos y fuera de moda, coincidimos que es una boludez, casi una trampa lingüística, esa tilinguería que descarta el clásico “precalentamiento” que le escuchamos decir a los relatores durante casi 50 años y que en las últimas décadas se descartó por otras expresiones por ahí más precisas pero menos románticas. Uno de los presentes destacó el pacato cambio cultural que hizo que a las “pajitas” se les dijera desde hace un tiempo “sorbetes”. Igual, pese a que somos afectos a las deformaciones del lenguaje y a los barbarismos, recurrimos a la Real Academia Española. Y allí confirmamos que ese cambio, además de ser una trampa, como ya dijimos, es incorrecto. Según RAE, “precalentamiento: ejercicios que efectúa un deportista como preparación para el esfuerzo que posteriormente ha de realizar”. O sea: basta de “calentamientos o ejercicios precompetitivos” y rescatemos de una vez y para siempre la expresión “precalentamiento”, que además es la correcta.
Dicho todo esto, pasamos a los temas que se fueron tocando en la reunión:
La mano de Verón: hubo coincidencia en la crítica especializada en confirmar que Verón toco la pelota con la mano en la última jugada del Independiente-Boca. Apenas Matías Martin, el comentarista del partido, se permitió dudar. Mientras se desarrollaba la reunión, en una televisión del bar estaba sintonizado TyC Sports y allí repatían la jugada una y otra vez. Todos coincidimos en que no había ni una sola imagen clara que dejara en evidencia el supuesto penal no cobrado. Y Colonna, además, aportó que si la pelota le hubiera pegado en la mano a Verón jamás hubiera salido disparada hacia arriba como lo hizo, salvo que le hubiera dado un puñetazo. O sea: que esa bien puede considerarse una jugada polémica, porque no hay nadie que pueda honestamente decir que vio la mano o que no la vio. Es decir, es de apreciación. Dicho esto se habló sobre la tendencia que tienen los periodistas deportivos (es decir nosotros) a calificar de polémico a todo, incluso a lo que no lo es. Es decir: cuando hay una infracción clara y el juez no la cobra, no hay polémica: hay un error del árbitro, que no es lo mismo.
La atajada de Gianluigi Donnarumma contra el Napoli. Colonna, que es hincha del Napoli (no desde siempre sino por cómo juega), destacó la extraordinaria atajada del arquero del Milan ante Milik en el último minuto de juego. Resaltó el tamaño del arquero, lo difícil que le debió resultar con ese físico llegar hasta ahí abajo y la estupenda tapada, a la que calificó como una de las del año.
Campaña y Armani. Este asunto surgió de aportes de varios lugares. Se elogiaron las últimas actuaciones que están teniendo los arqueros de Independiente y River, especialmente Campaña. Pero el asunto no quedó ahí. Se dijo que sus desempeños dejaban en evidencia lo que ocurría con los arqueros de los otros tres grandes: Rossi, Navarro y Musso, quienes pueden tener actuaciones correctas pero no te salvan jamás, como sí ocurre con Campaña y Armani. Ahí está la diferencia entre arqueros de clubes grandes y simplemente arqueros que pueden tener eventualmente una buena o una mala tarde/noche.
Fillol y los Pericos. Una cosa fue llevando a la otra en este discurrir sobre los arqueros, y comentamos la nota del fin de semana que Mauri escribió sobre Carnevali. En ese artículo se hablaba de una nota del El Gráfico en la que se decía: “El arquero que todo el mundo nos envidia”, al referirse al titular del equipo argentino que disputó en Mundial de Alemania en el 74. Más allá del problema técnico que se consigna en la nota: salió en una revista dos días después de una muy mala actuación de Carnevali ante Polonia, en el debut del Mundial, se comentó que tampoco era bueno el título ni la calificación ya que tampoco Carnevali alcanzaba el nivel de aquero que nos envidiaba el mundo: sin ir más lejos, después de ese mundial, jamás volvió a jugar en la Selección. Lo curioso es que en Alemania 74 debutó ante Alemania Oriental, en la despedida de la Selección, Ubaldo Matildo Fillol, un arquero que efectivamente nos envidió el mundo durante más de una década y que su presentación en la Selección no mereció ni un renglón en la edición de El Gráfico posterior a ese partido. Ahí pregunté si Fillol todavía jugaba en Racing en 1974 y Mauri me respondió que no, que ya estaba en River. Y ahí recordé una curiosidad de esa época: Pipo Rossi, el entrenador de River, hacía alternar en la Primera a Perico Pérez y a Fillol, un partido cada uno, porque consideraba que eran muy parejos. Rarísimo, pero real. Ese tema se mantuvo durante muchos meses hasta que Perico Pérez pasó en 1975 a Independiente en un truque que se denominó “Perico por Perico”, ya que los clubes acordaron un cambio mano a mano de Perico Pérez por Perico Raimondo, un cinco que fue convocado por Ángel Labruna para sacarle el puesto, que después recuperó, a Mostaza Merlo.
Guardiola versus Klopp. Colonna desarrolló la teoría de por qué Klopp le gana los cruces mano a mano a Guardiola y por qué Guardiola gana en los campeonatos largos. Esta sí será una nota, así que, por ahora, les dejamos sólo el título.
Almendra y Los gatos. Fabián Mauri recordó que los fundadores del rock nacional fueron Almendra, Manal y Los gatos luego de que pregunté quién era ese pibe Almendra, que debutó en Boca contra Independiente. Entre todos se elaboró la teoría de que el debut de Agustín Almendra era un homenaje al rock nacional porque había debutado en el equipo de Los gatos.
El Morro. Destacamos su puesto como goleador del torneo de Primera pero mucho más el golazo que le hizo a Temperley después de picar la pelota de una manera exquisita. Todos coincidamos en que el Morro García es de esos jugadores que pueden jugar bien o mal pero que nadie puede decir que no es inteligente para moverse dentro de un campo de juego. Y que además, frente al arco, es letal.
Una curiosidad. En el torneo chileno, primera está la Universidad Católica, con 8 partidos ganados, uno perdido, 14 goles a favor, 5 en contra y 24 puntos. Segundo marcha Universidad de Chile, con 7-2, 16-9 y 21 unidades; y tercero, Universidad de Concepción, con 5-2-2, 13-11 y 17 puntos. Tres Universidades son líderes del torneo. Extraño. ¿no? ¿A qué van los chilenos a la universidad?
La bluffoneada. En la semana se habló que Buffon podía venir a Boca. Mauri recordó que alguna vez salió en la tapa de El Gráfico Toninho Cerezo con la camiseta de River. Y ahí nos propusimos indagar sobre otras fantasías que recorrieron el fútbol argentino. ¿ Mattähus a Racing? ¿ Best a River? ¿Cassano a San Lorenzo? Seguramente encontraremos más humo para poluir un poco más al medioambiente.
Declaraciones en caliente. Boca acababa de perder con Independiente y el cronista de campo de juego le preguntó a Lisandro Magallán si había visto penal en la jugada de Verón, en el final del partido, y el defensor de Boca dijo: “Ni idea. Estaba muy lejos. No vi nada”. Aplausos para Magallán. No jugó para la tribuna y menos aún se sumó al coro de llorones, tan común en nuestro fútbol en donde siempre se responsabiliza al otro del error propio. Después le preguntaron como había sido el partido y dijo, palabras más, palabras menos: “Perdimos porque empezamos a atacar en el momento que nos vimos en desventaja. Y eso no se puede hacer en Boca”. Bises de aplausos. Ni mil pulsaciones ni estado alterado. Ninguna excusa. Simplemente un tipo que se animó a decir la verdad sin ponerse a repetir frases hechas como un loro.
Bueno amigos. Se hizo largo el asunto especialmente por la explicación del comienzo. Esperamos, en el futuro, ser un poco más breves.