Desde hace años se dice que los equipos grandes desean fortalecer su posición dentro de la organización del fútbol argentino. Y también desde hace años se escucha decir que existe la voluntad de crear una Liga de Clubes Profesionales o una SuperLiga o una Liga Plus. El nombre no cambia la esencia: los equipos quieren ser los administradores de su propio destino sin depender estrictamente de la Asociación del Fútbol Argentino.
Muchos se preguntarán qué es esto. Otros creerán que otra vez los argentinos están inventando el dulce de leche, en este caso para romper con las rígidas estructuras de la AFA, modeladas a voluntad por el ex presidente Julio Grondona, quien cual hormiguita, paso a paso, fue cambiando uno a uno los artículos del Estatuto para convertir a la AFA en el coto de caza de quien se sienta en el sillón de la presidencia.
Porque eso es la AFA hoy: una entidad que da plenos poderes a un presidente que, en muchos casos (me arriesgaría a decir todos), no está capacitado para ejercer el cargo. Porque una cosa era Julio Grondona y su madeja de complicidades y otra muy diferentes son los dirigentes que heredaron hoy la AFA y que no saben qué hacer para deshacer una tela de araña tejida fina e ingeniosamente por Grondona.
Pensar en cambiar los Estatutos de AFA es una tarea imposible para el actual o el futuro gobierno de la AFA. No hay posibilidad de consensuar porque cada uno de los actores que juegan ese partido tira del carro para su lado sin pensar siquiera en el bien de los clubes o del fútbol argentino.
Hoy el presidente de AFA decide sobre los presupuestos, la designación de árbitros, cómo se destinan los recursos, la venta de derechos televisivos (en todas sus variantes: selección, campeonato, divisiones de ascenso, venta al exterior, etc.), maneja el Tribunal de Disciplina y todo lo que uno se pueda imaginar. ¿Cómo se concibe tanto poder en un hombre? Grondona lo hizo.
Por esa razón, y ante la inoperancia de los dirigentes para desarmar la trampa que ellos mismos se tendieron durante tres décadas, es que surgió la idea de armar la SuperLiga. Que poco tiene que ver con la Liga de la Justicia integrada por superhéroes y mucho con una nueva ingeniería de un negocio llamado fútbol y que ya todos concuerdan que no puede seguir funcionando de la manera en que lo está haciendo.
Lo concreto es que Racing, San Lorenzo, River y Boca (todavía no se sumó Independiente pero está en eso) y otros clubes de primera dieron el primer paso el martes 19 de abril, ya que se produjo un faltazo generalizado a la reunión de Comité Ejecutivo (no fueron 22 dirigentes de 44). Y esta situación no pasó inadvertida para el presidente Segura y sus aliados ni para Nicolás Russo, el titular de Lanús, que aparece como el candidato más serio a ganar muy pronto la presidencia de la AFA.
El proyecto madre está siendo impulsado por Marcelo Tinelli, quien ya perdió el interés en manejar una AFA podrida como la actual y plantó entre varios dirigentes la semilla para hacer germinar esta novedosa SuperLiga.
¿De qué se trata? De un torneo de 20 equipos con la misma estructura de los campeonatos europeos y copiando, para ser más claros, el caso español. A esto nos referíamos líneas arriba cuando decíamos que Tinelli no está inventando el dulce de leche sino que en realidad copia lo que ocurre actualmente en España, Italia e Inglaterra.
En rigor, se busca una salida más o menos parecida a la que se dio en España en la temporada 84/85, cuando por primera vez la Liga Profesional de Clubes organizó el campeonato desplazando de ese rol a la Real Federación Española, que lo venía haciendo desde 1929.
¿Qué fue lo que pasó en España para que se diera este cambio? Las diferencias regionales, la falta de profesionalismo de los dirigentes de la Federación para negociar contratos, el hartazgo de los clubes más poderosos por la venta de derechos de televisión discrecional que hacía la Federación con la TVE y con las diferentes cadenas autonómicas y, básicamente, porque los clubes querían controlarse a sí mismos sin depender de un tercero que administrara el dinero que ellos mismo generaban.
La salida española, aunque parezca mentira, no fue traumática. Porque se delimitaron las responsabilidades de una y otra entidad. Sin ir más lejos, pese a que es autónoma jurídica y funcionalmente, la Liga funciona bajo la órbita de la Real Federación Española. La Liga organiza los torneos de Primera y de Segunda y le dejó a la federación la gerenciación de la Selección, de las otras categorías y la elección de los árbitros y el control del Tribunal de Disciplina.
El gran cambio de produjo el 30 de diciembre de 1983, cuando se formó el primer Comité Ejecutivo de la Liga española de clubes y se decidió la redacción del Estatuto. Recién seis meses después, el 26 de julio de 1984, y ya con el Estatuto aprobado, la Liga se hizo cargo de la organización de los torneos más importantes y la Federación se quedó con las otras responsabilidades. Y todos contentos. Los miembros de la Liga española cambian con los ascensos y descensos, ya que sus integrantes son los 20 equipos de Primera y los 22 de Segunda.
¿Se podrá conseguir en la Argentina una salida consensuada a la española? Lo vemos complicado porque hay demasiada miserabilidad en el ambiente. ¿Deberá mediar el Gobierno del presidente Mauricio Macri? También es complicado afirmarlo ya que, se sabe, la FIFA no acepta intervención alguna de los gobiernos, bajo pena de desafiliar al país en el que se denuncie la intervención Estatal en la cuestiones del fútbol. Sin embargo, el Gobierno, discrecionalmente, puede hacer pesar una carta: frenar la investigación de lo ocurrido con los dineros del FPT para así persuadir a los dirigentes díscolos de que hagan borrón y cuenta nueva. Es cierto, el Gobierno de Cambiemos ya dijo que dejará trabajar a la Justicia con independencia y que no va a influir en la decisiones de los jueces. Sin embargo, ante la importancia del asunto que se está gestando, suponemos que estarían dispuestos a hacer una “excepción”. Angelici mediante.
Los presidentes que motorizan la creación de la SuperLiga, por ahora, buscan ponerse de acuerdo entre ellos para después convencer a los que hoy manejan los destinos de AFA. Se quiere llegar a un síntesis más o menos parecida a la española. Es decir: La SuperLiga manejando los torneos de Primera y de la B Nacional, mientras que para la AFA quedarían la Primera B Metropolitana, Primera C, Primera D, los torneos argentinos A y B, la Copa Argentina, la Selección Nacional, el Tribunal de Disciplina y la designación de árbitros.
El 30 de junio se elegirá el presidente de AFA. ¿Qué significado tendrá en ese momento alcanzar ese puesto? Hoy es una incógnita.