En las últimas diez ediciones de la Libertadores no se repitieron los finalistas. Ojo: no estamos hablando de que no se haya repetido un mismo partido. ¡No se repitieron los equipos que jugaron la final! Más fácil: veinte equipos diferentes jugaron los últimos diez partidos decisivos de la Copa.

 

Para que no tengan que ir a chequear el dato, acá va la lista (primero el que fue campeón)

 

2008 Liga de Quito-Fluminense

2009 Estudiantes-Cruzeiro

2010 Inter-Guadalajara

2011 Santos-Peñarol

2012 Corinthians-Boca

2013 Mineiro-Olimpia

2014 San Lorenzo-Nacional (P)

2015 River-Tigres

2016 At. Nacional-Independiente del Valle

2017 Gremio-Lanús

Se puede hacer la lectura simplista y decir “la Libertadores la gana cualquiera” pero la realidad es que para que un equipo la gane (o llegue a la final) se tienen que conjugar muchas circunstancias.

 

O esas circunstancias se pueden conjugar en un solo nombre: Juan Román Riquelme. En los 2000 las cosas fueron muy distintas: en las ocho primeras ediciones de la década, Boca logró participar en cinco partidos decisivos, ganando cuatro de ellos (tres con Bianchi y una con Russo). Riquelme fue vital en las del 2000, en el 2001 y ni hablar de la final en Porto Alegre del 2007 (en la victoria del 2003 ante el Santos y la derrota en el 2004 frente a Once Caldas andaba paseando su fútbol por Europa). Sin embargo, su partido más recordado fue en semifinales. En el 2001, la revancha contra el Palmeiras en San Pablo. Esa noche Román hizo todo. La pelota fue suya la noche entera. Porque los compañeros se la daban siempre y los rivales no se la podían quitar nunca. No pegó una patada y no protestó aunque a él sí le dieron y le dieron. Sí, una lección de poner huevos bien entendidos. En el último minuto jugaba con la misma energía que en el primero. Y, de yapa, colgó del ángulo el primer penal de la tanda de definición.

Para los que no lo recuerden, hicimos una selección de videos.

La actuación de Román

 

 

El partido completo