Lunes 6 de agosto de 2018. Bar The Oldest, 9.33 AM.
Christian Colonna llegó indignado, con ganas de compartir algo que le había ocurrido hacía unos días en la Comisaría 31, la de Parque los Andes. Colonna había llegado ahí para hacer la denuncia por un celular extraviado y, mientras esperaba, presenció una situación que lo sacó de las casillas. Una mujer, con su bebé y su marido, querían denunciar una situación de violencia de género, ya que había sido golpeada por su patrón.
El policía de la recepción le decía que no le podía tomar la denuncia porque no correspondía a su jurisdicción. Le comentaba a la mujer que había intentado comunicarse con la otra comisaría pero que no había podido, por lo que lo mejor era que el lunes o el martes fuera hasta esa otra dependencia para radicar la denuncia.
Christian irrumpió en la charla, después de soportar pacientemente las explicaciones:
–¿Le estás diciendo seriamente a esta señora que no te podés comunicar con la otra comisaría? ¿Te parece creíble? Tenés mil formas: teléfono de línea, celular, handy, WhatsApp, mail o lo que fuera. Ayudala a resolver el asunto y no se la compliques más –le dijo.
Christian tiene la particularidad de que habla en un volumen muy elevado, por lo que apareció una mujer policía:
–¡Eh¡ ¿Qué pasa acá que hay tanto grito?
Colonna le explicó, la mujer policía averiguó y cambió el discurso:
–Pasa que la señora fue denunciada por robo de un reloj, por lo que ahora está inhabilitada para denunciar a su patrón.
Colonna no es abogado. Nosotros tampoco. Por eso averiguamos si lo que le decían a la mujer golpeada por su patrón era verdad o no. Consultamos con la abogada Lorena Di Filippo, quien nos dijo: “Un civil puede denunciar todo lo que se le antoje por más que haya sido acusado previamente. Lo que pasó en esa comisaría fue que no quisieron tomarle la denuncia. Aplicaron lo que se llama “primera selección”, que es un filtro para elevar denuncias al juzgado. Después, la “segunda selección”, la hace el mismo juez, que decide si le da curso o no la denuncia”. O sea que lo que nos parecía era correcto. Di Filippo agregó: “La única limitación que puede poner la policía para recibir una denuncia (más allá de la jurisdicción) es que el hecho a denunciar, a priori y manifiestamente, no se encuadre dentro de un delito penal. Pero aún esta regla contiene excepciones: los fueron laborales y civiles”.
Después ingresamos en el tema fútbol que, de última, es la excusa por la que nos encontramos todos los lunes a la mañana.
Pablo Cheb dijo que no entendía el odio que mucha gente le tenía a Bielsa. Le dijimos que ese punto de vista, sin dudas, era una nota. Prometió hacerla esta semana. Después comentamos al pasar algunas decisiones del entrenador: hablar en inglés (si es que eso que practica se puede llamar inglés) o poner a sus jugadores a juntar basura para que tomaran conciencia de lo que le costaba a un trabajador de Leeds pagar una entrada y verlos jugar. Esta última acción nos pareció un tanto efectista y marketinera, porque si se entra en ese razonamiento o en esas comparaciones, caeríamos en la cuenta de todo es injusto. Por ejemplo, para citar un caso, ¿cuánto debería trabajar un empleado en Leeds para ganar lo que Bielsa se lleva de salario en sólo un mes? Seguro que serían años. Por eso no nos pareció un gesto que sumara al debate de las injusticias o que pusiera en tela de juicio la matriz del capitalismo. Está de más decir que a Bielsa tampoco le pedimos tanto. Y por eso es que consideramos que ese asunto de comparar fue más una puesta en escena poco feliz. De hecho, hasta nos preguntamos si era útil dar el debate de fondo. Y más aún, si lo diéramos, ¿qué obtendríamos? Tampoco somos tan soberbios de pensar que desde esta humilde revista somos capaces de modificar algo de las injusticias económicas y sociales que se padecen en la Argentina y en el resto del mundo. Así que… lo mejor, es hacer tripa corazón.
Colonna comentó el triunfo de Manchester City ante el Chelsea por una de las tantas copas inglesas y destacó que Guardiola había dicho que si equipo eran “Agüero y diez más”. La frase no es novedosa en general, pero sí lo es para Guardiola y ni que hablar de lo que debe haber sentido Agüero.
Ahí Cheb sumó el elogio de Gennaro Gatusso a Riqui Puig, la nueva joya del Barcelona: “Riqui Puig es un espectáculo. Me maravilla ver a chicos con cara de niño tratando así el balón. Es algo parecido a la poesía. Hace tiempo que oigo a hablar de él. No se lo puede cortar y pegar en otro club”, destacó dejando muy claro que era un producto del y para el Barcelona.
Para no dejar de lado al Barcelona, Colonna compartió un juego de palabras: “El manager del Barcelona es Abidal. Incorporaron a A. (Arturo) Vidal y vendieron a A. (Alex) Vidal”. Una pavada dicha muy al pasar.
En la línea de los jugadores jóvenes destaqué el gol que Facundo Colidio le hizo a Mauritania en ese toreo fantasma de L’Alcudia. Recomiendo que lo vean. Ah… Colidio ya juega en el Inter.
Cheb reflexionó sobre la manera en que se comportaron la Negra Vernaci cuando la empresa le pidió la cabeza de Humberto Tortonese y Diego Díaz cuando la empresa decidió limpiar del programa a Flavio Azzaro. Recordó y lamentó que él no hubiera actuado de igual manera que Vernaci en una ocasión en la que habían despedido a un compañero de Perfil.
Pablo también mencionó una columna de Carlos Pagni, en La Nación, en la que decía que un político le había dicho: “Si no hay pan, que haya circo”, en relación a Los cuadernos de las coimas. Y ahí nos metimos con ese asunto.
Mancuso dijo:
–El gran valor de los cuadernos es que son verosímiles. A la sociedad no le importa si se puede probar algo o no. Lo que interesa es que todo es creíble.
Pablo aportó:
–Ni bien aparecieron me puse contento porque pensé que se podía destapar una cloaca. Pero después, como siempre pasa en estos casos, comenzaron las preguntas. ¿Por qué cayó en el juzgado de Bonadío? El mismo Diego Cabot cuenta en una nota en La Nación que en marzo habló con el fiscal Carlos Stornelli y que el propio fiscal le dijo que metiera la denuncia en su juzgado. ¡Rarísimo! Me gustaría saber el papel de la AFI en todo esto. Y la oportunidad para liberar la información después de tenerla meses y meses embargada. ¿O por qué se dio el arrepentimiento de Calcaterra sin que nadie se lo hubiera pedido? Y por supuesto, la pregunta madre: ¿por qué un tipo anotó todo eso durante años? ¿Y cómo hizo para hacerlo con el detalle de un investigador privado?
Yo me sumé:
–¿Cómo sabía la cantidad de guita que había en los bolsos? ¿Tan pelotudos son los funcionarios que le decía al chofer: “Estamos llevando 10 millones de dólares para dárselos a Kirchner para invertirlos en la campaña”? O, cuando el tipo los dejaba en una dirección y los esperaba en el auto: ¿cómo sabía que iban al piso 24, departamento H? La verdad, todo es raro.
Mancuso insistió:
–Muchachos, eso ya no importa. Porque es creíble. La esencia de una mentira o de una construcción mediática es que tenga algún viso de realidad. Y este caso lo tiene. Porque es parte de lo que todos sospechamos a imaginamos alguna vez.
Dije:
–Otra cosa más. ¿Qué hicieron los periodistas de La Nación durante los meses que tuvieron los cuadernos en su poder? Los fotocopiaron, los leyeron y los subrayaron. ¿Eso se puede considerar realmente una investigación? ¿Qué fue lo que chequearon? Investigar es otra cosa, me parece.
–Y lo más insólito es que los devolvieron. Parece que ya no existen los originales y sólo quedaron las fotocopias. Eso es increíble. Salvo que para darle un nuevo impulso a la causa los cuadernos aparezcan en unos días y así se garanticen nuevos títulos en las tapas de los diarios –agregó Mancuso.
–¿Y las prisiones preventivas? Eso también es grave. Parece que la forma de llegar a la verdad es detener gente para obligarla a hablar contra otra gente que ya fue detenida sin pruebas. Y así gira la máquina. No tengo pruebas y te detengo para que incrimines a otro. Y el otro, que también fue detenido sin pruebas, a su vez, acusa a un tercero. Y así siguen. Todo para quedar libres. O sea que para zafar, hasta podés decir cualquier cosa, ya que la palabra de un acusado, de un tiempo a esta parte, se toma como palabra santa –dijo Cheb.
–Sin ponernos dramáticos podríamos decir que es la coerción del siglo XXI. Antes te ponían la picana y vos, por miedo, delatabas incluso a gente inocente. Ahora te detienen, te hacen sentir el rigor de la cárcel y te dicen que si hablás salís libre. Esto de la delación premiada abrió una puerta de acusaciones cruzadas muy difíciles de comprobar. Y lo más graves es que se toman como pruebas de cargo. Y si no, fijate que Lula está preso por una delación premiada sin que haya un solo papel que demuestre que el famoso tríplex es de él –dije
Ya se acercaba el mediodía. Nos teníamos que ir. Igual nos quedamos pensando y seguimos debatiendo vía WhatsApp. ¿Conclusiones? Ninguna. ¿Estado? Quedamos preocupados porque sentimos que estamos en un país en donde se están vulnerando las garantías constitucionales de la personas. Para los funcionarios públicos que afanaron y para los empresarios que coimearon, la cárcel, sin dudas. Pero ojo, con pruebas. Porque nada ni nadie (y menos Bonadío en su feudo) debe vulnerar la libertad de una persona sin condena previa. Por más que la Doctrina Irurzun diga lo contrario. Y esto corre para todos: para los K, los M, los H o los W. Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada.
Nos fuimos. Pero antes, ya que hablábamos de justicia para todes, dijimos al unísono: ¡que sea ley! Y que a partir del miércoles podamos disfrutar de un país más justo, en el que las mujeres puedan decidir libremente sobre su propio cuerpo.
Hasta el martes.