Lunes 4 de junio de 2018. Bar THe Oldest. 9.30 A.M. Por fin, asistencia perfecta.
Pablo Cheb arrancó bien arriba con la sorpresiva borrada de Leroy Sané, del City, de la lista de Alemania para el Mundial. Parece ser que Joachim Löw decidió que quedaran sólo tres delanteros netos y apostó a lo que ocurre en el fútbol actual: muchos volantes y carrileros que llegan por sorpresa. “Y… juega como casi todos un 4-2-3-1”, dijo Cheb. Y se enojó con el técnico alemán porque le arruinó su nota elogiando que los equipos de Guardiola, desde hace años, son los que más jugadores aportan a las selecciones de cada país. “Sería bueno saber las reacciones que produjo la salida de Sané en Alemania”, sostuvo Cheb. “Acá sería un escándalo”, agregó. “Imposible de saber”, dijo Mancuso.
Se comentó que por ahí se anda escuchando que podría haber un truque entre el Madrid y el PSG, con algo de plata en el medio, entre Cristiano Ronaldo y Neymar. Christian Colonna comentó que el PSG es un equipo arruina jugadores.
Alguien preguntó qué nos parecía la renuncia de Zidane en el Real Madrid. Yo dije que era “una estupidez eso de pensar que ya se había ganado todo y que en el futuro iba a ser muy difícil igualar el asunto”. Que “en la renuncia había algo de cobardía deportiva”. Colonna respondió que “en realidad la renuncia era porque porque ya se le iba hacer muy difícil motivar a estos jugadores”.
Damián Didonato dijo que publicó bajo protesta la nota del italiano Paolo Sollier, porque él mismo, desde hacía bastante rato, tenía ganas de escribir sobre el notable caso el jugador italiano de los sesenta.
Comentamos al pasar el entusiasmo desmedido del relator Rodolfo De Paoli en el relato de Argentina-Haití y cómo el periodista Martín Arévalo siempre se guardaba información pese a conocerla. Los que escucharon la transmisión ese día dijeron que Senosiain le preguntó quién iba a ser el arquero y que Arévalo no dijo una respuesta clara. Después le preguntó por el volante central y lo mismo. Más tarde por el centrodelantero y otra vez los eufemismos. Y finalmente, lo hizo por un lugar que está más o menos claro, el de marcador de punta derecha, y ni en ese momento Arévalo se animó a soltar prenda de lo que sabe. Nos preguntamos ¿qué hará con la información? ¿Se la contará a sus amigos o a su esposa?
Fabián Mauri ahí sacó a relucir otro asunto. “¿Se puede saber para qué quieren conocer a los titulares de un partido que se va a jugar dentro de dos semanas?”. “Y… hay que llenar”, dijo Didonato. Siguió Fabián: “Cuándo era chico e iba a la cancha a ver a Quilmes, me enteraba de la formación del equipo por los parlantes. Decían que el 9 era fulano y no mengano y yo le preguntaba a alguno que estaba cerca. ‘¿Por qué no juega mengano?’ Y el tipo me decía muy convencido y por supuesto sin saber: ‘Está lesionado’. Y todos éramos igual de felices.” Yo apoyé su moción: no hay que anunciar formaciones de equipo para partidos que se van a jugar dentro de dos semanas.
“Hay otro tema”, dijo Cheb. “Cuando dicen: ‘si el partido fuera hoy, jugaría tal y tal’”. Y ahí Mauri, Colonna y yo dijimos al unísono: “Pero el partido no es hoy. ¡Es dentro de dos semanas!” Fin de la cuestión. Tampoco daba para más. Mariano Mancuso sentenció: “Paren de decir boludeces por un ratito, por favor…” No supimos si se refería al tema en cuestión o si nos estaba hablando a nosotros. Tampoco se lo preguntamos.
Charlamos un poco sobre la foto de Ansaldi con su mujer en una bañera (lo más finos hablan de jacuzzi pero para nosotros era un bañera). “¿Qué necesidad?”, dijeron Colonna y Didonato. “Si la estoy pasando bien con alguien lo último que haría es sacarme una foto para subirla a una red social”, agregó Colonna. Y convinimos que muchas veces los jugadores son bastante boludos y le dan pasto a las fieras. “No sólo los jugadores”, pensó Mancuso pero no lo dijo en voz alta. Yo tuve la capacidad de leerle el pensamiento en ese preciso instante. Y me di cuenta de que tenía un don hasta ese momento desconocido.
Tocamos el asunto de tener sexo antes de los partidos. Todos narramos experiencias personales que no vienen al caso y sostuvimos que jamás nos perjudicó en nuestro rendimiento dentro de una cancha. Yo hice la salvedad: “Igual no sé cómo será en el alto rendimiento”. Didonato defendió la postura de Bochini: “Te saca piernas”. Colonna aclaró que la teoría de BochinI se suscribía únicamente a Walter Perazzo en los 90 porque, según decía el Bocha, tenía una mujer hermosa y se la pasaba cogiendo todo el día. (N. de la R.: Bochini alguna vez en una cena nos dijo que Perazzo era un jugadorazo pero que lo había perjudicado el sexo: “se le secaron las piernas”, sostuvo con seriedad ante la atónita mirada del resto de los comensales que dudaba entre debatir el asunto o largar una carcajada.) Colonna dijo que era igual para los deportistas de alto rendimiento que para los amateurs, porque todo se emparejaba. Ergo, que era mejor tener sexo antes de jugar porque uno salía con la cabeza más despejada y sin tanto stress.
Cheb sostuvo que Netflix cambió la forma de ver el Mundial. Y que lo va a explicar en una nota que escribirá en esta semana.
Didonato hizo su habitual sobreactuación sobre las bondades del fútbol uruguayo y sobre sus ganas de que saliera campeón. Mancuso le preguntó si había VAR en el Mundial. Didonato respondió que sí. “Está complicado, entonces”, le dije. Colonna aportó: “Es curioso que a un equipo le moleste tanto que le puedan revisar las jugadas, ¿no?”
“Es insólito que Rafa Márquez vaya a jugar otro Munidal. Parece que no pasó el tiempo”, dijo Cheb. “¿Cuántos lleva’”, pregunté. “Cinco”, dijo Didonato. “Mirá vos. Empató a Carbajal, Matthäus y Buffon”, dije. “A Matthäus y a Carbajal sí, porque jugaron cinco mundiales. Buffon estuvo en cinco pero jugó en cuatro”, corrigió Didonato.
“¿Vas a escribir esta semana sobre el posfúbol, Fabián?”, preguntó Mancuso. Mauri dijo: “No, no. Todavía no”. Nos reímos, no lo podíamos creer. Seguimos esperando al General Alais.
“¿Nos gusta Sampaoli?”, preguntó Mauri. Cheb dijo que sí. Yo dije que sí. Mancuso dijo que no lo tenía claro, pero que creía que no. Lo mismo Colonna. Didonato aportó que tampoco le tenía claro, pero dijo que creía que sí. Y Mauri defendió su teoría de que el nombramiento de Sampaoli era fruto de una casualidad irrepetible. “El problema fue conocerlo”, reflexionó Colonna. “Antes veíamos jugar a sus equipos y nos gustaba”. “El asunto es que él solito se bajó el precio cuando empezó a decir que no le importaba la táctica y la planificación”, sumó Didonato. “’De cerca nadie es normal’, decía Caetano Veloso”, dije.
Ahí tiré otra pregunta: “¿Cómo queremos que le vaya a Argentina?” Y no esperé a que nadie me respondiera: “Yo quiero que salga campeón del mundo”, dije. Cheb y Didonato se sumaron, con la salvedad de que Damián dijo que también quería que el Mundial lo ganara Uruguay (¡ufa!); Colonna dijo que quería que ganara el mejor. Mauri sentenció que le parecía irrelevante que fuera campeón o se volviera en primera ronda. Y a Mancuso le dio lo mismo: “No me interesa”.
“Pregunté por qué no querían que le fuera bien” y les pedí que no me dijeran esa idiotez de que iba a beneficiar a Macri. “Porque no me interesa el concepto de Patria”, dijo Colonna. “Porque no me gusta cómo juega”, dijo Mauri. Ahí le pregunté: “¿Y cómo sabés cómo va a jugar si todavía no empezó el Mundial? Hacés lo mismo que criticás. Armás los equipo o jugás los partidos dos semanas antes de que se disputen”, le dije. “No es lo mismo. Ya sé que Argentina juega mal por lo que vi hasta ahora”, insistió. Terció Didonato: “¿Cómo jugó Argentina en el Mundial anterior para ustedes?”. “Mal en casi todos los partidos”, respondió Colonna. Y ya no pude seguir tomando nota de lo que ocurría porque todos empezamos a hablar al mismo tiempo y ya no se nos caía una idea. Se podría decir que se produjo un sisma en la Revista Un Caño entre los fundamentalistas de la pelota y los que somos hincha de un equipo y capaces de separar nuestro gusto por el fútbol bien jugado de las ganas de que le vaya bien a un equipo al que le tenemos simpatía. Igual el quilombo duró unos cinco minutos. Al rato ya nos olvidamos, como tantas otras cosas que nos pasan.
Ya se hacía el mediodía y la lluvia le ponía un tono tristón la jornada. No había más para charlar. Y taza, taza, cada uno para su casa.
Hasta el próximo martes.