Primero aparecieron tres muñecos de traje apretados detrás de un escritorio en la pantalla de la TV Publica, en la previa del partido entre Venezuela y Argentina. Surgió entonces una certeza: por una vez, el canal no había enviado a sus periodistas junto con la Selección. El trío debía hacer una transmisión a distancia, mirándolo como cualquier hijo de vecino a través de un monitor.
Uno era Gustavo Kuffner, relator. El otro, Juan Pablo Varsky, comentarista. El tercero era Tití Fernández, y en la redacción de Un Caño se produjó una pequeña sospecha: si ese hombre estaba ahí, era para cumplir con su función habitual de periodista de campo de juego. Pero… ¿cómo iba a lograrlo desde un estudio de televisión, a miles de kilómetros de la ciudad de Mérida, donde se jugaba el encuentro? No podía ser. Debía haber un plan alternativo. Una trama maestra. Pero no.
El arranque del juego nos dejó bastante tranquilos. Si bien hubo un par de burradas desopilantes de la televisación de origen (que introdujo a “Masucchio” entre los suplentes argentinos, y paró un equipo con Zabaleta de arquero, Andújar de 9 y una serie de equívocos surgidos de la misteriosa desaparición de Romero en la presentación de aquel equipo inicial), todo corrió por los carriles más o menos lógicos del disimulo. Es decir: Tití se dedicó en principio a enumerar los suplentes de cada banco, a dar el nombre de los árbitros, a mandar un saludito a Messi (“el mejor de todos, que debe estar mirando la transmisión”), a dar los próximos rivales en Eliminatorias… En fin, la gran Tití.
El primer desajuste llegó temprano cuando el inefable gordito acusó: “El césped es mucho más grueso del que juegan habitualmente estos jugadores”. Con todo respeto, ¿cómo sabe, si está acá? (nuestro colega Fabián Mauri esbozó una doble respuesta: primero dijo “son años”, después reflexionó… “y… tiene buena vista”). Kuffner lo consultó por un parate en las acciones. “¿Qué pasó, un problema entre los jugadores? “Sí, sí… “, la piloteó Tití. Al final, era un láser. Está bien, hay que esconder la evidencia.
Sin embargo, todo terminó de irse al carajo a los 7 minutos, cuando descaradamente el hombre de campo de juego anunció:
“Una sola indicación dio el Patón Bauza. Fue para Lamela, que esté más cerca del cuatro”.
Ahí ya directamente nos indignamos. Una cosa es que nos engañen un poquito y otra que inventen sin tapujos como si fuéramos a creernos cualquier cosa. Una cosa es decir, como dijo en un par de ocasiones Tití anoche, que tal tipo es el línea “de este lado” (¿de qué lado me hablas Tití, si estás en un escritorio en Buenos Aires?), otra muy distinta es presumir de saber lo que dicen los entrenadores cuando estás a mil kilómetros. Fernández inauguró anoche oficialmente un nuevo género del periodismo deportivo falopa: el campo de juego a distancia.
Transcribimos algunas frases para ilustrar el papelón periodístico.
“La indicación ahora para Banega: que intente jugar un poco más, que no busque tanto por arriba”.
“El tiro al arco de Banega sacó los primeros aplausos del Patón, que le pide a Di María que se tire bien a la izquierda en la cancha y que se meta en el partido”.
“El césped no está bien. Yo insisto con esto. Es un césped tropical. Y además la cancha tiene pozos”.
“Dudamel jura que fue penal”.
“Hay 1200 metros de altura y a medida que subís las montañas van bajando unos grados. No es como Maracaibo, que tenés siempre 35 grados. O Caracas…”.
“Hay olor a Gaitán”. (Acá nuestro colega Mauri acotó: “también tiene buen olfato”).
“Se largó a llover. Es una época de lluvias tropicales fuertes ahí en esa zona de Venezuela” (notable mejoría el hecho de decir “ahí”).
“¿Eso son truenos? ¿Ese ruido?”, preguntó Kuffner. Tití tomo el guante: “Sí”.
“El utilero, Dadi D’Andrea, está yendo con una cinta adhesiva para ver si pueden arreglar la red”.
“A golpe de vista sin cambios, ninguno de los dos equipos”.
“No llama a nadie Bauza”, dijo a los 9 minutos del segundo tiempo, después del segundo gol de Venezuela. A los 11, comentó: “Cada vez que hablan Bauza y su ayudante es porque algo va a pasar. En cualquier momento se viene un cambio en Argentina”. El primer reemplazo sucedió a los 22 minutos.
“Algunos que se mueven al costado del campo: Alario, Augusto Fernández, Kranevitter y Gaitán”.
Se ve que en algún momento alguien pidió cordura y Tití -probablemente tras un bullying masivo desde Twitter- se restringió: ya no volvió a adivinar desde lejos qué indicaban los DTs.
Además pidió “rectificar algo que había dicho antes” para decir “vení Messi, vení siempre”. La frutilla del postre fue una chicana digna de hincha bobo cuando Varsky pidió un gol de cabeza de Funes Mori. “¿Fue córner éste?”, preguntó. Y dejó bastante claro, al hablar de lo que se le ocurre, por qué no le dan otro rol cuando no le toca viajar. Es que incluso sus compañeros prefieren la versión ridícula, engañadora, apócrifa. Antes de escucharlo opinar, lo ponen a inventar indicaciones de técnicos a los que jamás podría escuchar.
Es lo que pide la época.