Lunes 23 de julio de 2018. Bar The Oldest, 9.15 A.M.

Llegamos con Christian Colonna y ya estaban Pablo Cheb y Mariano Mancuso desayunando. Al rato, con un muy coqueto sombrero rojo de lana, se sumó –con aire distante– Fabián Mauri.

El primer tópico fue la nota sobre Heinze y los penales. Estuvimos todos de acuerdo con que fue una muy buena idea de Cheb, en la que se reflejó con bastante criterio los pareceres de todos los que hacemos Un Caño.

Algún lector comentó que era una nota resultadista, porque –sostuvo– la anécdota de Guardiola jamás se hubiera hecho conocida si el Bayer Münich perdía en esa serie de penales. Le dimos la razón. Cheb dijo que esa historia, en caso de caer derrotados, “ni siquiera hubiera llegado al libro de Guardiola”. Pero así son las cosas en el deporte, amigos. Se puede prescindir del buen juego, pero el resultado siempre es importante. Negarlo sería de necios. El fútbol, sin ir más lejos, es una competencia deportiva en la que uno gana y otro pierde, y más allá de que se aprecie el cómo, la chapa final modifica inevitablemente la valoración que se hace de las decisiones que tomaron los protagonistas.

Si Enzo Pérez metía aquella pelota que quedó a la deriva después de un error defensivo croata, la historia de Argentina podría haber sido diferente. Si Caballero no se equivocaba cuando salía jugando y Rebic no definía con maestría, también estaríamos hablando de otra cosa. Pero Enzo Pérez falló, Caballero se equivocó y Rebic definió. Y Argentina perdió 3-0 con las consecuencias que son de público conocimiento. Detenernos en el qué hubiera pasado si… es una pérdida de tiempo. Al menos en el deporte. Aunque me animo a decir que en otros órdenes de la vida es exactamente lo mismo.

De pronto Mancuso, que estaba mirando su computadora, comenzó a reírse de algo. Todos lo observamos. Preguntamos qué le pasaba. No nos quiso decir qué le había causado tanta gracia. No le dimos más importancia, ya que supusimos que estaba al borde la locura. Lo dejamos ser.

Elogiamos las notas que subió Mauri sobre Fillol y los cerveceros violentos. Colonna dijo algo sobre que “Quilmes es la capital del algodón”.
–¿Eh? –preguntamos.
–¿Tiene algo don? – respondió.
 Cheb no podía creer que yo estaba anotando el pésimo chiste de Colonna para registrarlo en este espacio.

Destacamos las goleadas de River e Independiente. Alguien –no recuerdo quién– dijo que igual había que tener en cuenta que ambos jugaron con equipos muy limitados.

–Hoy es muy difícil hacerle siete u ocho goles a equipos limitados. Fijate lo que pasa normalmente con el resto de los partidos –dijo Colonna–. Casi todos los cruces se definen por un gol de diferencia a pesar de ser equipos de otras categorías –concluyó.

Cheb sacó a relucir lo que está publicando Ariel Senosiain en su blog y que fuera levantado por la mayoría de los medios de deportes para reflejar aquella reunión post Croacia en la que los jugadores de la Selección –especialmente Messi y Mascherano– pidieron ser parte de las decisiones para armar el equipo. Mauri dijo que ese tipo de periodismo no le interesaba, que está “plagado de versiones incomprobables”. Que a él le gustaba más que se hablara del juego. Colonna le dijo que situaciones como las narradas por Senosiain aplicaban para ser consideradas “porque influían de manera decisiva en el juego”.
Mancuso concordó con Colonna y agregó:
–Nosotros no hicimos nada con las fotos de Ansaldi en el jacuzzi con su esposa, por ejemplo. Ese caso calificaría para lo que vos decís, Fabián.
Mauri no se retractó:
–Forma parte del sainete del fútbol que tanto criticamos y que tanto le gusta a estas nuevas camadas de periodistas deportivos.
Cheb insistió:
–¿Pero para vos lo que ocurrió dentro del plantel no afectó el rendimiento del equipo?
Mauri no se amilanó:
–Por ahí sí. No lo sabemos. Pero también es cierto que ese tipo de situaciones ocurrieron más de un millón de veces.
–Antes del Mundial de México 86, sin ir más lejos –aporté.
–Pero como ahí salimos campeones, a todos les chupó un huevo lo que pasó adentro del vestuario –cerró el debate Mauri.
No nos pusimos de acuerdo, como se imaginarán.

Hablamos un poquito de golf y de lo agradables que son las transmisiones con Francisco Alemán y Silvia Bertolaccini.
–Hay muchos momentos en los que no pasa nada y ellos siempre manejan el tempo a la perfección: los silencios, la información precisa sobre la cancha o sobre los jugadores, detalles técnicos, anécdotas. Jamás te cuentan lo que estás viendo. Hay una sincronización perfecta entre la imagen y el aporte de los comentaristas –destacó Mauri.
Y cerró:
–¿Lo ven a Vignolo en esa situación? Tratando de llenar los espacios muertos con los pocos recursos lingüísticos que posee. Es casi como imaginarse la peor pesadilla. Porque ocurre algo curioso con Vignolo: no puede parar de decir cosas y no tiene mucho vocabulario ni grandes ideas. Es una combinación letal. Alguien que no soporta el silencio pero al mismo tiempo no tiene demasiado para aportar. Se haría un favor inmenso si hablara menos. Durante la transmisión del partido Francia-Croacia dijo, y se las contamos con Mancu, 25 veces “estamos en la final de la Copa del Mundo”.

La reunión se fue muriendo de a poco. Ya estábamos cerca del mediodía.

Planificamos la semana, repartimos notas y cada uno se fue para su casita a resolver problemas domésticos y laborales.

Hasta el martes.